De acuerdo con los resultados de un análisis de datos, cuyos resultados previos fueron presentados en la Conferencia de Cáncer del Instituto de Investigación en Cáncer de Reino Unido (NCRI, por sus siglas en inglés), las pacientes que se despiertan, hacen sus actividades y se duermen más temprano en el día tienen menor probabilidad de contraer cáncer de mama; comparadas con las personas que prefieren jornadas más tardías.
Los investigadores, liderados por la Universidad de Bristol, analizaron 341 fragmentos del ADN de más de 410 mil mujeres de Reino Unido. A través de este examen, se determinó si las pacientes estaban genéticamente predispuestas a ser una persona mañanera o de una vida más tardía. Después, se observó la incidencia del cáncer de mama en cada grupo.
En entrevista con BBC, Rebecca Richmond, parte del equipo de investigación y académica de la Universidad, comentó que el riesgo de desarrollar cáncer de mama es del doble en pacientes que viven en las tardes y noches, comparado con las mujeres mañaneras. Aunque no se tiene una explicación exacta para el fenómeno, se tienen algunas teorías de por qué sucede.
Estos descubrimientos son potencialmente muy importantes, porque el sueño está presente en todos lados y es fácilmente modificable. Investigaciones previas han analizado el impacto de los horarios de trabajo, pero aquí demostramos que podría haber un factor de riesgo presente en todas las mujeres. Todavía debemos analizar qué hace que una paciente vespertina esté más en peligro que una persona mañanera. Necesitamos examinar la relación.
Los patrones de sueño no solamente podrían influir en la incidencia del cáncer de mama, sino también indicar el desarrollo de trastornos mentales a futuro. De acuerdo con Rafael Jesús Salín Pascual, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), padecimientos como el sonambulismo podrían significar que los pacientes desarrollen, después de diez años, condiciones como el Parkinson y el Alzheimer.
