Ser emprendedor no es tarea sencilla, pues además de tener que poseer cierta capacidad económica para sostener el arranque de la empresa de servicios de salud, hay que desarrollar habilidades administrativas, contables y, claro, capacidad de liderazgo, de modo que con tan arduas tareas el profesional de la salud pocas veces se detiene a evaluar su propio desempeño. En esta ocasión te ofrecemos una lista de preguntas que te ayudarán a hacer un análisis introspectivo y determinar si eres un buen líder médico:
1. ¿Doy instrucciones claras y precisas de forma respetuosa?
La adecuada comunicación es parteaguas de toda actividad, pues sin ella todos los procesos tienden a hacerse lentos y confusos. Para asegurarte de que todo marcha sobre ruedas nunca está de más preguntar: “¿hay dudas al respecto?”, siempre en un marco de cordialidad y respeto para fortalecer lo lazos personales.
2. ¿Intervengo frecuentemente en los proyectos que delego a mis colaboradores?
Si la respuesta es afirmativa, tal vez esté relacionado con la mala comunicación de las instrucciones, en cuyo caso hay que pedir retroalimentación; sin embargo, también puede deberse a un cierto nivel de desconfianza en tu equipo de trabajo; si es así, quizás es momento de que comiences a relajarte y recuerdes que tú mismo conformaste esa unidad de colaboradores porque tienen habilidades y experiencias que tú no, ¡ponlos a prueba!
3. ¿Reconozco el trabajo de los demás?
Tu equipo de trabajo es una extensión de tu empresa de servicios de salud, de modo que reforzar conductas positivas habla no sólo del valor que confieres a las personas, sino también de un negocio sano y en vías de crecimiento.
4. ¿Estoy disponible para mi gente?
Cuando te muestras disponible para tus colaboradores reduces el riesgo de que comenta errores, ya que tu orientación les ayudará a tomar mejores decisiones. Todo buen líder médico debe estar disponible para su equipo de trabajo.
5. ¿Invito a la participación o sólo me enojo?
Una persona irritable que suele achacar los errores a los demás es alguien con nula capacidad de liderazgo, ya que la gente habrá de seguirlo por obligación, no por convicción. Asegúrate de mostrarte abierto a las propuestas de tu equipo de trabajo y, sobre todo, pregúntales qué proponen para resolver los problemas, pues los éxitos o fracasos son responsabilidad de todos.
