Incursionar en redes sociales parece sencillo, pues a mucha gente le basta tener un poco de tiempo para invertir en ellas y, claro, estar dispuesta a dar “likes” o “retweets” a diestra y siniestra, sin embargo, para profesionalizar este ejercicio, como debe hacer el médico 2.0, además de tener una cuenta abierta resulta necesario conocer y respetar principios básicos de etiqueta.
En el mundo virtual, al igual que en el real, es importante observar un comportamiento que hable de quiénes somos, sobre todo en el caso de los profesionales de la salud que usan estos medios para mantenerse en contacto con sus pacientes o atraer algunos nuevos, así como posicionarse como expertos en su especialidad.
Es en este sentido que se presenta la “Netiquette”, es decir, una serie de reglas de etiqueta que deberían cuidarse para favorecer la adecuada comunicación a través de la red, toma nota:
Una imagen vale más que mil palabras
La foto de perfil dice mucho de la persona, así que, dependiendo de la red social de que se trate, es necesario limitar la privacidad. Por tanto, mientras la imagen seria y formal del médico tiene cabida en LinkedIn, por ejemplo, en Facebook puede haber otra más sonriente, cálida y relajada.
La escritura es cultura
Aunque parezca obvia la recomendación, quizás no lo sea para los médicos más jóvenes acostumbrados a convivir en las redes sociales, quienes llegan a permitirse en sus cuentas personales escribir de forma relajada, de modo que pueden encontrarse expresiones del tipo “xq”, “esto fue lo k passsó”, sin embargo, no es necesario “skrivir” así, ya que los pacientes potenciales observan con lupa cada una de las acciones del galeno para evaluar su profesionalismo y valorar qué tan dignos son de su confianza.
¿Colgarías esto en la puerta de tu consultorio?
El perfil profesional del médico en redes sociales es como la fachada de su cosultorio en el mundo real, así que antes de publicar cualquier foto conviene que el galeno se pregunte con qué imagen quiere que se le asocie, pues aunque no suba a redes sociales las fotografías de su última fiesta, podría verse tentado a agregar imágenes de pacientes o casos clínicos y llegar a violar con ello su confidencialidad o el secreto médico.
Evitar el consejo médico directo
Pese a que suene tentador hacer gala de los conocimientos profesionales en el entorno virtual, es mucho más prudente pedir al paciente virtual acudir al consultorio físico para hacer diagnóstico preciso y prescripción médica, si bien no se puede negar información o consejo general, ya que las redes sociales dependen de la retroalimentación entre sus participantes.
Los trapos sucios se lavan en “inbox”
Un médico jamás se pondría a discutir con un paciente molesto en frente todos aquellos que aguardan por consulta en la sala de espera; del mismo modo, cualquier controversia que pudiera presentarse en en el mundo virtual hay que tratarla en privado para evitar dañar la imagen profesional y eludir un clima de debate estéril.
Ingresar a una nueva cultura, en este caso la virtual, expone a cometer errores por desconocimiento o malas interpretaciones, así que para evitarlos hay que tener en mente que del otro lado de la pantalla siempre hay una persona de carne y hueso a quien se desea ver a los ojos.
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