Investigadores de la Universidad de Harvard dieron un paso significativo para el futuro de la creación de órganos en masa para su posterior comercialización.
La revista Nature Materials publicó que investigadores de la Escuela John A. Paulson de Ingeniería y Ciencias Aplicadas (SEAS, por sus siglas en inglés) de Harvard, construyeron una impresora con la cual consiguieron crear el primer órgano en un chip impreso en 3D con sensores integrados.
Con esta tecnología, los científicos consiguieron desarrollar el modelo de un corazón totalmente automatizado, digital y personalizado, con lo cual podrán recolectar datos fiables para estudios a corto y largo plazo.
Según lo publicado por los investigadores, la creación de este órgano en un chip dará un nuevo enfoque al diseño de órganos humanos, conocidos como sistemas microfisiológicos, que coinciden con las propiedades de una enfermedad específica o, incluso, con las células de cada paciente.
Nuestro enfoque de microfabricación es el inicio para nuevas alternativas para fortalecer la ingeniería de tejidos in vitro, la toxicología y la investigación de detección de fármacos”, comentó el líder y coautor del estudio, Kit Parker, catedrático de SEAS.
El especialista mencionó en la publicación que los órganos en chips tienen la propiedad de imitar la estructura y la función del tejido nativo, por lo que representan una enorme alternativa para la experimentación con animales de laboratorio. Con este proceso, los especialistas han desarrollado hasta el momento sistemas microfisiológicos que imitan la microarquitectura y las funciones de pulmones, corazón, lengua e intestinos.
El proceso de fabricación y la recolección de datos para los órganos en chip es un trabajo caro y laborioso, pues deben construirse en habitaciones extremadamente limpias usando in proceso complejo multi-paso litográfico y la recopilación de datos requiere cámaras de microscopía o de alta velocidad, señaló el investigador.
Los resultados obtenidos a partir de este experimento, han demostrado que el método se puede utilizar para crear chips funcionales como instrumentos para la detección de drogas y el modelado de enfermedades, ya que los sensores integrados en ellos recogen información de forma continua sobre los tejidos que los componen.