¿Qué pesa más cuando se trata de decidir sobre la muerte de tus pacientes?, ¿la opinión médica, el dictamen legal o el balance moral? Esto es parte del debate que se ha despertado con el tratamiento que se le ha dado al menor Alfie Evans, un paciente británico “en estado semivegetativo” al que médicos, jueces, gobiernos y hasta el papado, han dado seguimiento para dar una respuesta: ¿es correcto decidir sobre su muerte?
El final de una epopeya
El camino hacia el NO
El pasado 6 de marzo, el equipo editorial de Saludiario documentó la determinación de los médicos del Alder Hey Children’s Hospital (AHCH) por la cual decidieron desconectar del aparato electrónico que mantenía con vida a Alfie Evans alegando que no había otros medicos (ni razones), para continuar con ese tratamiento, el único.
La decisión fue rechazada por los padres de familia y el caso fue a parar a los tribunales en el Reino Unido; instancia que luego de una serie muy importante de interpretaciones sistemáticas a la Ley y a los Tratados Internacionales (principalmente en materia de Derechos Humanos) dieron la razón a los médicos e, incluso, detallaron que mantenerlo con vida es una violación al concepto de dignidad humana, al principio relacionado con el interés superior de la niñez y un acto de crueldad.
La intervención del Papa
Sin instancias a las cuales recurrir, los familiares del paciente solicitaron ayuda por medio de redes sociales a la Reina Isabel, a la canciller alemana Angela Merkel e incluso al Papa Francisco, siendo este último quien alimentó la petición de la familia, nuevamente, en contra de la determinación de los especialistas e hizo algo sencillamente extraordinario: dio nacionalidad italiana a Alfie Evans para atenderlo en el Hospital del Vaticano.
En esa tesitura y tomando como base la información publicada por Redacción Médica, el gobierno de Italia, con la participación del Papado, otorgó la nacionalidad italiana al bebé británico Alfie Evans para su traslado a Roma con la intención de tratarlo médicamente. Sin embargo, la tarde del martes 24 de abril, un juez del Tribunal Superior de Manchester denegó la posibilidad de trasladar al pequeño Alfie Evans a Italia para mantenerlo con vida, alegando que “de proporcionarle más asistencia médica sería no solo inútil, sino cruel e inhumano“, publicó El País.
Sentencia de muerte
Hoy, a varios meses de movimiento de los padres de familia, con la participación de médicos, jueces, políticos y religiosos, la Asociación de Médicos Católicos Italianos (AMCI), de la mano de los médicos de la Federación Europea de Asociaciones Médicas Católicas (FEAMC), han calificado a la justicia británica de haber dado “sentencia de muerte” al pequeño Alfie Evans.
La determinación con la que la justicia británica se ha apropiado del destino del pequeño Alfie Evans, niño enfermo y frágil, es causa de inquietud y nos obliga a proponer una seria reflexión sobre las relaciones entre el estado y los ciudadanos.
La disposición del juez de «condena a muerte» de un niño frágil, confiado al cuidado de los médicos, que según el estatuto deontológico deberían cuidarle:
- Altera la mágica relación médico-paciente, sobre todo si los agentes sanitarios están llamados a ser meros ejecutores de muerte;
- Ofende a la Medicina, llamada a interrumpir los cuidados por un absurdo «interés superior de la persona», que ya no coincide con los cuidados, sino con una sentencia capital.
Encontramos en esta postura la ofensa más grande a la persona humana y la cosificación más terrible de la vida… para continuar la lectura del comunicado da “click” aquí.
Imagen: Bigstock
