Como profesional de la salud, seguramente que en más de una ocasión te habrás sentido agobiado o triste por no haber podido ayudar a un paciente como tú lo deseabas, o por no haberle ofrecido un servicio de calidad debido a problemas ajenos.
Cuando las cosas no salen como tú las habías planeado, a veces lo mejor es respirar hondo, dejar que esa mala experiencia se vaya y continuar tu camino.
Nada conseguirás si en tu mente te repites una y otra vez qué pudo haber salido mal. Por eso, a continuación te ofrecemos tres consejos que te ayudarán a superar malas experiencias:
A pesar de haberte equivocado, mereces otra oportunidad
Si quedaste mal con un paciente y no se trata de un daño irreparable, posiblemente entenderá que si fallaste fue por alguna razón y que simplemente no se alcanzaron las expectativas. Por eso siempre es conveniente trabajar un ambiente de confianza y honestidad desde el inicio de la relación médico-paciente.
La competencia puede ser una motivación
Si tu competencia te superó, a veces esto puede ser bueno ya que es una oportunidad para revisar en qué estás fallando. Para aceptarlo, es necesario que te muestres humilde y que dediques tiempo para perfeccionar lo que salió mal.
Diste tu mejor esfuerzo y algo salió mal ¡no te desesperes!
Si un paciente salió enojado de tu consultorio porque según él, no cumpliste con sus expectativas, pero sabes que hiciste todo lo que podías, entonces ¿por qué te agobias? ¡Sigue adelante!
Por supuesto que a nadie le gusta que las cosas salgan mal, pero necesitas estar preparado mentalmente para afrontar las pruebas que nos pone la vida, particularmente aquellas con una buena dosis de dolor.
Ante estas circunstancias, lo mejor que puedes hacer es reponerte rápidamente para continuar con tus objetivos.
