A pesar de no ser considerada como un nutriente, la fibra no sólo ayuda a una correcta digestión sino que también sirve para prevenir enfermedades como la diabetes tipo 2 y el cáncer colorrectal, así lo explicó Amira Montalvo, especialista en nutrición clínica.
A pesar de los avances científicos, las propiedades y beneficios de este alimento todavía no se conocen del todo y cada día se encuentran más detalles; sin embargo, eso no le resta importancia porque siguen habiendo dietas insuficientes en fibra, agregó la nutrióloga.
La fibra se encuentra únicamente en alimentos de origen vegetal, es decir, en los granos de cereales como el maíz, el trigo, el arroz o la avena; las leguminosas como frijol, haba, lenteja o chícharos; semillas como la almendra, el cacahuate y la nuez, y en las frutas y verduras.
Existen dos tipos de fibra, la soluble que absorbe agua y forma algo parecido a un gel y le proporciona al cuerpo energía. Al momento de desintegrarse parte de ella se absorbe; en cambio, el segundo tipo es la insoluble y prácticamente no se digiere y se elimina.
La fibra insoluble en el intestino delgado hace un ligero efecto laxante, lo que ayuda a que el bolo alimenticio vaya caminando. En el intestino grueso facilita la evacuación e incrementa el volumen de la materia fecal.
De igual forma, la especialista destacó que el abuso de este nutriente también puede ocasionar inconvenientes como estreñimiento o gases excesivos. Además, si se ingiere demasiada fibra atrapa algunas vitaminas y minerales, lo que puede disminuir su absorción.
La nutrióloga detalló que para lograr un contenido adecuado de fibra, cada día se requiere una cantidad básica de entre 25 y 30 gramos.
