Durante muchos años, los médicos e investigadores han supuesto que para que funcione un placebo, el paciente debe pensar que en realidad se trata de un medicamento que le ayudará a resolver su problema de salud.
Sin embargo, una investigación realizada por la Universidad de Medicina de Harvard dio a conocer que los placebos pueden funcionar , ya sea que el paciente lo sepa o no.
Lo anterior fue demostrado después de que los investigadores solicitaron la ayuda de 97 pacientes que padecían dolor lumbar crónico. Después de haber sido revisados por una enfermera especializada en dolencia, los participantes recibieron una plática informativa de quince minutos sobre el efecto de los placebos.
Enseguida los pacientes fueron separados en dos grupos: el primer grupo recibió el medicamento real para controlar los dolores de dicha enfermedad, mientras que el segundo grupo recibió el placebo.
Cabe destacar que más de la mitad de los participantes de ambos grupos ya se encontraban bajo tratamiento médico para aliviar el dolor. Los investigadores permitieron que estas personas continuaran con su tratamiento habitual, siempre y cuando no cambiaran la dosis y no realizaran cambios importantes que pudieran afectar el resultado de la investigación.
Mientras tanto, a los participantes que se encontraban en el grupo de los placebos se les entregó un frasco en cuya etiqueta indicaba que se trataba de pastillas de placebo. Los investigadores dieron la orden de no consumir más de dos pastillas.
Sorpresivamente después de tres semanas, las personas pertenecientes a este grupo indicaron que el dolor había reducido en un 30%.
“Ted Kaptchuk, líder de la investigación, señaló que “esto demuestra que el placebo no necesita engañar al paciente para que el tratamiento funcione. Quizá se deba a la interacción médico-paciente y al ritual de la administración; quizá esto controle los síntomas y posiblemente active regiones del cerebro que alivian el dolor”.
