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Smartphone, más agradable que el médico para los pacientes

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Para nadie es secreto que los últimos años han constituido un vertiginoso periodo de transformaciones tecnológicas, por lo que muchas personas comentan que se trata de una época de cambios, pero las más arriesgadas aseguran que es un cambio de época, ya que las actividades diarias, la forma de comunicarnos y de socializar es distinta gracias a los avances digitales.

A este panorama se suma la influencia de los teléfonos inteligentes, puesto que al ser dispositivos que ofrecen herramientas de uso diario (calculadoras, calendarios, reloj, block de notas, agendas telefónicas y acceso a redes sociales, entre muchas otras) se convierten prácticamente en extensión de la mente humana, además, por si esto fuera poco, se han tornado en una suerte de recurso para recabar cantidades impresionantes de información acerca de los hábitos y bienestar de las personas.

Los smartphones han alcanzado el grado de diarios y depositarios de nuestros más grandes secretos, motivo por el cual los investigadores están valorando cómo trabajar con esta información con la esperanza de que ayude a resolver las preguntas que hasta ahora la Medicina no ha podido responder.

En este sentido, algunos médicos han comenzado a notar que son precisamente los teléfonos inteligentes, a través del uso de distintas aplicaciones de salud, dispositivos que permiten registrar datos en tiempo cercano al real, lo que representa una gran ventaja en comparación con métodos tradicionales para recabar información, como las encuestas, cuya solución se convierte para los pacientes en una especie de “tarea de último minuto”, algo que se deben responder por obligación, en corto tiempo y atendiendo a recuerdos más o menos claros de lo que se hizo o dejo de hacer en ciertas circunstancias.

El uso de aplicaciones de salud ofrece la ventaja adicional de que los pacientes se sienten más cómodos y honestos registrando su información en su propio smartphone, que teniendo que rebelar sus secretos frente a frente con el médico y, para comprobarlo, basta revisar las estadísticas de Google, donde se registran entre sus principales búsquedas preguntas íntimas que debiera resolver el profesional de la salud.

Los teléfonos inteligentes se han convertido en extensiones del cerebro, pues ayudan a realizar funciones cognitivas esenciales, por ejemplo de memoria, por tanto, significa que absorben más información de la que se podría imaginar y, sobre todo, de calidad, ya que, al tratarse de dispositivos digitales, la gente deja de experimentar la presión interpersonal que se presenta en la consulta médica, por lo que se torna más honesta con su smartphone que reúne datos en tiempo real gracias a los novedosos diseños de las aplicaciones de salud.

Es por ello que los científicos ya vislumbran amplios usos para estos desarrollos en el campo de la investigación, los cuales influyen en la manera de plantearse problemas, métodos para resolverlos y formas de actuar ante ellos. Sin embargo, antes de explotar de lleno estos recursos, los médicos deben anteponer y resolver la dificultad que representa evaluar la seguridad del hardware y del software, ya que la privacidad de datos de los pacientes puede verse comprometida.

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