Científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Vanderbilt, en Nashville, Tennessee, Estados Unidos, encontraron que la toma prolongada de opiáceos incrementa las posibilidades de mortalidad por enfermedades cardiorrespiratorias y el riesgo de sobredosis no intencionada, lo que puede conducir a la muerte.
El estudio comparativo dirigido a lo largo de 13 años (de 1999 a 2012) por Wayne A. Ray, se efectuó sobre pacientes con enfermedades crónicas, excluyendo cáncer y personas con tratamientos paliativos, los cuales se dividieron en dos grupos, uno que recibía tratamiento a base de opiáceos y otro que siguió un tratamiento alternativo, con analgésicos anticonvulsivos o con dosis bajas de antidepresivos cíclicos.
El primero registró 185 fallecimientos en 176 días, mientras que el segundo contabilizó 87 decesos en 170 días, lo que representó una mortalidad 1,6 veces más alta cuando los pacientes se encontraban bajo tratamiento con opiáceos.
Los investigadores observaron que las muertes se concentraron en pacientes con más de 180 días bajo el tratamiento de opiáceos, con dosis de 60 miligramos e, incluso, dosis inferiores de fármacos equivalentes a la morfina.
Asimismo, notaron que dos tercios de las muertes fueron originadas por razones distintas a la sobredosis no intencionada y en la mitad de casos se debió a problemas cardiovasculares.
Los efectos del tratamiento a largo plazo a base de opiáceos para pacientes con enfermedades crónicas revelados por este estudio “deberían tenerse en consideración a la hora de evaluar los daños y beneficios de un tratamiento”, indicaron los autores del estudio.
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