La contaminación interior de los edificios puede ser más perjudicial para la salud que la contaminación urbana del aire en el exterior.
Así lo dio a conocer un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Surrey, Reino Unido, quienes mencionan que cada año fallecen aproximadamente 4.3 millones de personas debido a la llamada “contaminación interna de los edificios”, mientras que la mala calidad del aire de las urbes cobra la vida de 3.7 millones de personas.
“Estas cifras tan alarmantes tienen una respuesta no sólo en las bacterias, compuestos químicos, hongos y virus patógenos que abundan al interior de muchos edificios (donde pasamos el 90% de nuestro tiempo), sino también en el empleo del carbón y madera que mucha gente continúa utilizando para cocinar, una costumbre muy extendida en los países en vías de desarrollo”, dijo Prashant Kumar, coautor del estudio.
“Abrir de par en par las ventanas de los edificios sería una buena solución, pero en ocasiones se necesita algo mejor que eso. El problema podría mejorar si la gente tuviera a la mano pequeños sensores, baratos y de bajo consumo, que informan de la calidad del aire en tiempo real, así las familias y los trabajadores podrían saber cuándo y en dónde aumentan los niveles de contaminación”, dijo el especialista.
En otro estudio dirigido por el mismo especialista, se menciona que la ubicación de los edificios sería otro importante factor de riesgo. “Un aspecto fundamental que incrementa la contaminación interior de los edificios son las intersecciones de tráfico donde se duplican las cantidades de partículas dañinas para la salud, aunque no existan en la zona grandes embotellamientos. Este problema afectaría principalmente a las personas que se encuentran en las plantas bajas, a ras de calle, de los edificios”, explicó Kumar.
