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Medicina Defensiva, ni tan útil ni tan inofensiva como parece

Recurrir a la medicina defensiva como medida preventiva ante los problemas derivados de una demanda por mala praxis puede resultar contraproducente.
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El temor ante la posibilidad de recibir una demanda por mala praxis y experimentar sus consecuencia morales y económicas lleva a muchos profesionales de la salud a adoptar conductas propias de la Medicina Defensiva que, en lugar de protegerlos, los pone en mayor riesgo de denuncia por incurrir en mala práctica médica.

Algunas acciones que se consideran dentro de la Medicina Defensiva son:

  1. Rechazar casos que se estiman riesgosos. No obstante, al negarse a atender a algún paciente se puede incurrir en un delito: negación del servicio médico (art. 325 del Código Penal del Distrito Federal), o bien, abandono de paciente (art. 324).
  2. Solicitar múltiples estudios. Algunos incluso son innecesarios, pero con esta medida el médico busca evitar reclamos por omisión o falta de evidencias para el diagnóstico y tratamiento, sin embargo, puede poner al paciente en riesgo de sufrir lesiones o complicaciones.
  3. Hacer intervenciones quirúrgicas innecesarias, o bien, dejar de realizar aquellas necesarias, a fin de evitar quejas de las personas. Paradójicamente, al hacerlo es más probable que se afecte su salud de modo injustificado, lo que puede derivar en demanda.

En suma, la Medicina Defensiva emplea todo procedimiento diagnóstico y terapéutico con el propósito explícito de evitar demandas por mala praxis. Sin embargo, esta conducta no es ética y solamente el manejo hábil de la práctica médica acompañada de cálido trato humano puede ayudar a reducir el riesgo de demanda por mala praxis.

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